lunes, 24 de junio de 2013

El niño de la Represa

El niño de la Represa
 Amanecía. Roberto contemplaba los árboles y matorrales que lucían brillantes y con destellos amarillentos, las cascadas, quebradas y la exhuberante vegetación poblada por numerosos pájaros que daban la bienvenida al nuevo día. Roberto sonrió y pensó: “Todos los Lunes me ocurre lo mismo, me detengo a contemplar el paisaje. Espero tener una buena semana”.
Pasó La Fundación y ya en las afueras vio a la derecha de la carretera a un niño de unos siete años; vestía alpargatas negras, pantalón de dril y un suéter gris. El niño le hacía señas para que se detuviera. Él se orilló y preguntó:
- ¡Buenos días, muchacho! ¿Deseas algo?
- ¡Buenos días, señor! ¿Me puede llevar hasta la Represa?
- Sube.
El niño se instaló en el asiento delantero de la camioneta. Roberto lo detalló: tez blanca y mejillas sonrosadas, ojos melados y cabello castaño. Le preguntó:
- ¿Cómo te llamas?
- Benjamín, para servirle.
Roberto admiró la educación del niño y comentó, dándole la mano:
- Roberto.
- Mucho gusto, señor Roberto. Estamos llegando a La Represa. Me quedo después de esa curva delante del potrero.
El niño le dio las gracias y se bajó. Cuando Roberto miró hacia él, Benjamín había desaparecido.
Días después, Roberto, antes de regresar a su casa el fin de semana, tuvo que hacer unas diligencias en Pregonero, y al regreso, un poco antes de La Represa vio a Benjamín que le hacía señas para que se parara. Él le sonrió y detuvo el vehículo, después de los saludos preguntó:
- ¿Para dónde vas?
- Para mi casa, vivo en La Fundación.
Hablaron todo el camino y Roberto sonreía con las ocurrencias del niño. Un poco antes de llegar al pueblo, Benjamín le dijo:
- Me quedo por aquí. Muchas gracias, señor Roberto. Dios le pague.
El niño salió corriendo y desapareció detrás de una pequeña casa.
Pasó el tiempo y Roberto no volvió a ver a Benjamín. Una tarde, después del trabajo, conversaba con unos amigos y al comentar lo del encuentro con el niño y ver la cara de sus amigos, preguntó:
- ¿Lo conocen? ¿Pasa algo extraño?
- Sí, Roberto. Benjamín fue atropellado por un automóvil, cerca de donde tú lo dejaste la primera vez. Siempre se esfuma; otras veces ocurre a la salida de Pregonero o viniendo de La Represa y cerca de La Fundación se vuelve a perder. En vida, siempre estaba así, de un lado para otro, pidiendo que lo llevaran. Después de muerto continúa paseando. Lo llaman El Niño de La Represa.
 

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